No se puede decir que sea amor, porque no lo es, pero sí es encandilamiento. Y no es a primera vista, porque no es la vista sino el oído lo que me ha cautivado esta mujer. Con esa explicación, ahora ya puedo decir que me he quedado prendado de una cantante llamada Adele.
Me dicen que ya era muy famosa antes de que yo me enterase de su existencia. No me extraña, pero cuando uno no ve la tele ni oye la radio ni lee las noticias de los periódicos durante tanto tiempo como yo, el asunto de la fama pasa a ser muy secundario y el asunto de la calidad pasa al primer plano.
El caso es que una persona me llamó la atención sobre este vídeo. Cuando lo vi/oí pensé: la persona que compuso esta canción para esa mujer con esa hermosa voz medio rota debería recibir bastantes premios, y el artista que creó, diseñó y dirigió el vídeo tendría que estar en el candelero.
Pues bien, la compositora es la propia Adele, en colaboración con un compositor profesional llamado Paul Richard Epworth, al que se puede ver en esta foto con las manos en la masa (aún no habían compuesto la canción cuando se tomó la foto).
El director del vídeo se llama Sam Brown y, en efecto, está bastante en el candelero en el mundillo de los vídeos musicales. También dirigió otro que, en su día, me dejó bastante impactado y que he visto docenas de veces, The Pretender, de Foo Fighters.
Me quedaba un detalle del vídeo. La persona que baila con una vara o un bastón en una habitación llena de polvo blanco, mezclando pasos de ballet con otros propios de las artes marciales. Es Jennifer White (qué nombre tan apropiado para ese papel), bailarina inglesa con experiencia en capoeira, lo cual explica lo de las artes marciales.
En fin, encandilado, entontecido, embelesado, un poco obsesionado también. Qué maravilla.