Dadas las circunstancias, cabe:
a) Dejarse caer, dejarse llevar, como hoja seca.
b) Tirar del carro con toda el alma, como antaño.
c) Seguir flotando en la grisura, como hasta ahora.
d) Hundirse y hundirse en el drama y el dilema.
El hecho de plantear alternativas, ya de por sí, elimina d). Y eso, aunque no lo parezca, es bastante.
Después, ya veremos. La lucha continúa.
(Bert Jansch - Angie)
A mí se me ocurre otra posibilidad: flotar en lo que hay, sin etiquetarlo. «La grisura» es un concepto, una etiqueta que superponemos a la experiencia, que en sí misma no tiene color.
ResponderEliminarSuena a coña, o a filosofía. Pero llevo un rato practicando y mola. Se ve mejor lo que hay que hacer y lo que no :)