miércoles, 3 de octubre de 2018

Cómo fermentan los sentimientos

De Así empieza lo malo (Javier Marías) destacaría muchas cosas, pero este fragmento me llega. Me llega, me rodea, me atraviesa, me da siete u ocho vueltas y luego se me queda pululando alrededor, así que lo pongo aquí por ver si al divulgarlo disminuye un poco la obsesión.
"Pero [Eduardo] Muriel no se arrancó de inmediato. Su expresión más bien afable, disimuladamente risueña de hacía un instante había sido sustituida por una de abstracción o dilucidación, o por la de una de esas pesadumbres que uno va aplazando porque no desea hacerles frente ni abismarse en ellas y que por lo tanto siempre retornan, se hacen recurrentes y a cada embestida son más profundas al no haber desaparecido durante el período en que se las mantuvo a raya o alejadas del pensamiento, sino que por así decir han crecido en ausencia y no han cesado de acechar el ánimo subrepticia o subterráneamente, como si fueran el preámbulo de un abandono amoroso que uno acabará consumando pero que aún no acierta ni a imaginarse: esas oleadas de frialdad e irritación y hartazgo hacia un ser muy querido que vienen, se entretienen un rato y se van, y cada vez que se van uno quiere creer que su visita ha sido una fantasmagoría --producto del malestar consigo mismo, o de un descontento general, o incluso de las contrariedades o del calor-- y que ya no volverán. Sólo para descubrir a la próxima que cada nueva oleada es más pegajosa y arrastra una duración mayor y envenena y abruma el espíritu y lo hace dudar y maldecirse un poco más. Tarda en perfilarse ese sentimiento de desafección, y todavía más en formularse en la mente ('Creo que ya no la aguanto, he de cerrarle la puerta, eso debe ser'), y cuando la conciencia por fin lo ha asumido, aún le queda mucho trecho por recorrer antes de ser verbalizado y expuesto ante la persona que sufrirá el abandono y que no lo sospecha ni prefigura --porque tampoco nosotros los abandonadores lo hacemos, engañosos, cobardes, dilatorios, morosos, pretendemos imposibles: sortear la culpa, ahorrar el daño--, y a la que le tocará languidecer incrédulamente por él, y acaso morir en su palidez."

No hay comentarios:

Publicar un comentario